sábado, 11 de julio de 2009

Prólogo


El relato de estas vivencias quedaría incompleto si no mediara una explicación previa de las características de los Batallones de Soldados trabajadores, que nada tenía que ver orgánicamente con las Colonias Penitenciarias, aunque si, en el denominador común de la “ represión franquista “ y de los individuos que la practicaban (ver página 9 del libro ).
Batallones de Soldados Trabajadores. Fueron creados en la llamada zona nacional durante la Guerra Civil ( 1936-1939 ) y tuvieron prácticamente vigencia hasta el año 1940. Estaban compuestos por combatientes del ejército republicano que fueron hechos prisioneros en el campo de batalla. Después de la “depuración”, unos pasaban a la cárcel o se les fusilaba, otros a la espera del consabido “aval”(ver página 9), y los demás eran incorporados a estas unidades para fortificar y explanar, hacer polvorines, vías de comunicación, etc.
Batallones de Soldados Trabajadores (desafectos). Fueron enviados a ellos los combatientes del ejército republicano procedentes de campos de concentración o de prisioneros. Estos batallones tuvieron vigencia desde el año 1940 a 1942.
Batallones de Soldados Trabajadores ( penados ). Estos estaban compuestos por combatientes del ejército de la República, que habían estado en la cárcel y fueron juzgados por un Tribunal Militar, que al salir en libertad condicional o provisional, los integraban en estas unidades. Normalmente eran de las quintas llamadas a filas entre los reemplazos de 1936 a 1941, y aunque había algunas excepciones en las de 1942, éstos, en su mayoría, habían militado en las Juventudes Socialistas Unificadas (J.S.U.) y fueron voluntarios en el ejército de la República. Estas unidades represivas tuvieron vigencia hasta finales de 1945 y fueron disueltas en el año 1946 en Lora del Rio ( Sevilla ).
El plazo mínimo de permanencia de todos los componentes de los Batallones de Trabajadores no podía ser inferior al tiempo que hubieran estado en el ejército las quintas de la zona franquista, lo que quiere decir, que la permanencia en el ejército de la República no contaba para nada a efectos de servicio regular.
Estos “soldados” no juraban bandera, no se les entregaban armas, carecían, en su mayoría, de un uniforme similar al del ejército vencedor, y no se podía llevar insignia alguna de los distintos cuerpos del ejército (infantería, ingenieros, etc.). La ropa era una caricatura, ya que cada uno llevaba lo que le daban o tenía, eso sí, el “vestuario de trabajo” era el mismo para todos: ¡un traje de tela mil rayas con dos pes (PP); una en el gorro redondo y otra en el pecho, al lado izquierdo!
Las Colonias Penitenciarias. No tenían que ver con los Batallones de Soldados Trabajadores, ya que en éstas no estaban en libertad condicional- me estoy refiriendo a los batallones penados- , sino que trabajaban para redimir (ver pág.11 del libro) la pena impuesta por los tribunales militares. En algunos casos, al salir en libertad condicional, si estaban incluidos en el reemplazo, iban a parar a nuestros batallones.
Los Batallones de Soldados Trabajadores (penados) estaban distribuidos por distintos lugares del país, incluyendo las islas, y su ubicación dependía de los trabajos a realizar y la terminación de los mismos. El 95 Batallón era uno más de la Agrupación de Soldados Trabajadores de la II Región Militar, cuya Plana Mayor estaba ubicada, en principio, en Algeciras (Cádiz).
El 95 tuvo destacamentos movibles en la estación y el pueblo de Jubera (Soria), Arcos de Jalón (Soria), Alsasua (Navarra), Salvatierra (Álava), Los Barrios, Algeciras, San Roque (Cádiz), Estación de Gaucín (Málaga), Collado Mediano (Madrid), y, finalmente, su disolución en Lora del Rio (Sevilla). Esta movilidad tuvo lugar durante el período de 1942 a 1945-46.
El 95 Batallón de Soldados Trabajadores (penados) estuvo bajo el mando, durante los años de 1942 hasta parte de 1945, del comandante de caballería Ramón Alonso (ver pág. 11 del libro).
Para finalizar diré, que esta historia se escribe por la reiterada insistencia de mis camaradas y amigos en la lucha por la democracia en los últimos años, cansados de que les “cuente batallitas” de cuando yo era joven.
Este es un relato más de la represión franquista- otra de sus modalidades-, con la particularidad de que lo escribo ya siendo un anciano (mis amigos me dicen que menos viejo), completamente de memoria y, con toda seguridad, con ciertas lagunas que espero sepáis disculparme.
Es la vida de un joven que hizo la guerra, estuvo en la cárcel unos cuantos años, después pasó por el Batallón de referencia, y de propina, volvió nuevamente a prisión por sus actividades, o supuestas actividades, contra el régimen franquista. Pero todas juntas son muchas historias, y sólo aquí contaré mis actividades en el batallón, completamente ciertas , aunque pueda parecer que algún pasaje es de ficción.

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